Si bien comer es una necesidad biológica, sentarse en un
restaurante es una experiencia social. Buscamos alimentarnos, claro, pero
también que nos hagan sentir bien desde todos los ángulos.
Desde la base de datos de Yelp, notamos que cada vez se le da más importancia a
la atención, va a la par que la comida", explica Santiago Mateo, Country
Manager de la guía online, que tiene 140 millones de usuarios en todo el mundo.
Agrega: "Hay muchas reseñas de 3 estrellas que dicen que los platos estaba
excelentes, pero que el servicio fue malo y muchas de 5 estrellas que dicen que
la comida estaba OK, pero que la atención fue tan cálida que los hizo sentir
como en casa".
Rechazo a primera
reseña
Ahí está una de las claves: queremos calidez y estamos
dispuestos a pagar por ella. Ian Gutiérrez sale 4 veces por semana (a bares,
restaurantes o cafés) y asegura que una buena atención garantiza una segunda
oportunidad: "Cuando sentís que el staff del local está feliz de que estés
ahí, ya ganó. Aunque sea fingido". Cita también el ejemplo de un café de
Palermo Soho que asegura tener el mejor latte del la ciudad, pero porta como
pose una actitud agresiva con el cliente. Sin dudas, el cafetín de la esquina
con cortado porteño y mozo de la vieja escuela le va a ganar en la pulseada.
Florencia Giaquinta, quien sale a comer en
restaurantes 3 veces por semana, cuenta una insólita experiencia en uno de los
restaurantes más famosos de Buenos Aires, y mejores rankeados de Latinoamérica.
En el medio de un menú degustación que supera los $ 1000, preguntó si le iban a
cambiar los cubiertos entre plato y plato, y el mozo respondió: "Con tal
de que paguen, hagan lo que quieran".
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